CORBETAS, BALANDRAS, BERGANTINES
No participaban en el combate.
Desempeñaban tareas como:
Desarbolado:
buque cuyos mástiles, velas y
cabos han sido derruidos en
batalla y por tanto, no puede
navegar.
Desde la Edad Media, siempre ha existido un tipo de buque de guerra diseñado para servir de columna vertebral a las flotas.
El largo periodo comprendido desde el siglo XVII hasta mediados del siglo XIX estuvo preconizado por el NAVIO DE LINEA.
Su construcción se realizaba en madera, aunque el desarrollo paulatino de la técnica naval traería como consecuencia el mayor uso del hierro en el casco y arboladuras a lo largo del siglo XIX, y se clasificaban según el número de puentes o cubiertas.
España, al igual que Inglaterra, desde mediados del siglo XVII consideraba el número de puentes donde iban emplazadas las baterías de artillería como un índice de la potencia o capacidad militar de los buques.
Así podemos citar como navío de dos puentes el “San Juan Nepomuceno” cuya botadura se realizó en 1766.
Plano del "San Juan Nepomuceno"
Pero fue durante el siglo XVIII cuando la construcción de navíos de tres puentes se extendió a todas las marinas europeas, aunque en escaso número.
El primer navío español de tres puentes fue el “Real Felipe”, construido en Guarnizo.
En 1769 entró en servicio el “Santísima Trinidad” (transformado en 1795) que era el mayor navío del mundo con un armamento de 130 cañones y que en el combate de Trafalgar causó la admiración de los ingleses por su tamaño y su aguante al fuego de cañón (hicieron falta cuatro buques ingleses bombardeando durante dos horas, con la ayuda de un quinto navío que se incorporó más tarde, para rendir al Escorial de los Mares).
Fue hacia 1776 cuando dio comienzo la construcción de la magnífica serie de navíos de tres puentes y 112 cañones como fueron el “Príncipe de Asturias” y el “Santa Ana”.
Por otra parte las FRAGATAS comenzaron llevando 10 ó 15 cañones en la cubierta alta, aumentando su número progresivamente, primero a 28 y por último a 60, confundiéndose con los navíos de clase inferior.
Sin embargo, la decadencia que en todos los órdenes sufrió España como consecuencia de las campañas napoleónicas, la Guerra de la Independencia y la rebelión de las provincias americanas, no favoreció ciertamente el desarrollo de la construcción naval. Los buques que desaparecían no eran reemplazados.
A ello se debe que fuese abandonada la construcción de los navíos de tres puentes en nuestro país.
ESPAÑA... RENOVÓ SU ARMADA, CAPACITÓ A SUS MANDOS, FOMENTÓ LA INDUSTRIA NAVAL, ...
DEL GALEÓN (S. XVI-XVII) AL NAVÍO (S. XVIII)
EMPLEADOS EN LA GUERRA Y EN EL COMERCIO
Son muchos los elementos que influyen en el correcto funcionamiento de un barco. Todo debe estar a punto en el día a día, pero especialmente a la hora del combate. Esos elementos son:
El armamento a bordo de los buques se clasifica en:
ARTILLERIA: Hasta mediados del siglo XIX se clasificó de acuerdo con el peso de los proyectiles que podían disparar y que estaban medidos en libras.
ARMAS PORTÁTILES: De uso personal.
Históricamente el desarrollo de la navegación estuvo ligado a la resolución de:
En el caso de los navíos de tres puentes, estaba constituida por Tripulación y Guarnición.
GUARNICIÓN
Compuesta por la tropa embarcada:
Tropa de Infantería
Tropa de Artillería
TRIPULACIÓN
Constituida por los hombres de mar que componían la plantilla de un buque:
Comandante: Era la autoridad suprema a bordo del buque.
Independientemente de su rango militar, puede ser: un brigadier (equivalente a un contralmirante actual) que dirija la escuadra y a su vez capitanee un buque, o un capitán de navío.
Oficiales de guerra: Pertenecían a la alta burguesía o a la nobleza.
Poseían una gran formación científica
Guardiamarinas: entre 11-15 años.
Se formaban en la Escuela de Guardias Marinas y recibían instrucción práctica en el barco para ser Oficiales de la Armada, aprendiendo técnicas de navegación y el arte de la guerra en el mar.
Oficiales de mar (actuales suboficiales): Se agrupaban en Contramaestres, Guardianes, y maestranzas, obreros cualificados que ejercían tanto a bordo de un buque como en un Arsenal.
Artilleros: Encargados de los cañones.
Marineros: Su reclutamiento (de forma voluntaria) se basaba en la Matrícula de Mar aunque, debido a los enormes armamentos navales ordenados para hacer frente a las sucesivas guerras también se reclutaba a la fuerza, a gente de clase humilde a través de las patrullas de leva.
Eran examinados, en el buque, por una comisión de oficiales y se tenía en cuenta para su selección: la experiencia laboral y aptitudes físicas.
Grumetes: Ayudaban a la tripulación en sus tareas para aprender el oficio de marinero.
Pajes y criados: Al servicio de los oficiales.
Médico cirujano: Encargado de cuidar a los enfermos y operar a los heridos de guerra.
Capellán: Encargado de asistir a la tripulación en todo lo referente a la religión.
Pilotos: Persona instruida, tanto en letras como en matemáticas, encargado de la navegación y rumbo del barco. Para poder ejercer su cargo, debían aprobar un examen en la Casa de la Contratación.
Institución establecida en 1503 en Sevilla, para la formación y el estudio de la navegación –y otras ciencias–, de los nuevos territorios de ultramar.
El Comandante permanecía encerrado en su camarote y vigilado por un infante de marina armado con un mosquete, de aquí viene la famosa frase empleada en la Armada: “la soledad del mando”, ya que ni los oficiales le dirigían la palabra. Esta era una forma de hacerse respetar.
Los Oficiales llevaban sus propios sirvientes y gozaban de intimidad en camarotes con luz natural y buenos muebles. Algunos, incluso, disfrutaban de bañera y tenían un catre colgante así como un retrete propio.
Los Guardiamarinas ostentaban autoridad completa sobre la marinería.
A la Marinería tras su alistamiento, el sobrecargo les entregaba dos coys, un plato, una cuchara, un cuchillo, un cuenco y una cacerola. Los consejos básicos que se le daban eran: llevar siempre el cuchillo encima y no perder ni romper nada, además de afeitarse a diario y mantenerlo todo limpio. El lugar donde dormían era una de las cubiertas bajas donde se alineaban los cañones y debían defecar en “beques” (había media docena de beques para casi un millar de hombres).
Los marineros dormían en COYS o hamacas colgados de los baos, entre las piezas de artillería.
Los hombres en su VIDA A BORDO se enfrentaban a:
La política general de España en el año 1805, y en los precedentes, fue un devaneo continuo que convirtió a España en un juguete no solo de los intereses de otras naciones, sino de pequeñas intrigas y de la incapacidad de nuestros gobiernos.
La Armada española poseía bastantes buques, pero faltos de carena muchos de ellos, por lo que resultaban pesados de maniobra, aunque contaba con brillantes oficiales.
En general, las dotaciones de los buques españoles de la época eran extraordinariamente sacrificadas, con falta de experiencia en la navegación de altura, pero casi nunca con mal comportamiento o insubordinación.
La marinería era poca, los arsenales y sus almacenes estaban prácticamente vacíos y la industria creada para abastecerlos languidecía.
Desde finales del siglo XVII el modo habitual de combatir en el mar obedecía a una táctica estricta que consistía en: formar una línea de fila y situarse de perfil en paralelo al enemigo, pues los barcos tenían los cañones a los lados.
Esta táctica se conoce como “COMBATE EN LÍNEA”.
Antes de abrir fuego los barcos rivales se aproximaban mucho entre sí (se abría fuego a una distancia de 40 – 120 m).
Casi la totalidad de los cañones apuntaban por los costados de los buques, salvo los dos de popa que defendían el timón.
Las escuadras se cañoneaban con el propósito de desarbolar al enemigo; cuando lo conseguían, seguían bombardeándole para destruir sus barcos por entero o los apresaban asaltándolos al abordaje.
Combate de S. Vicente entre la fuerza naval española y británica.
Combate de Cabo de Santa María entre una división de 4 fragatas españolas y otra británica.
Guerra contra Inglaterra.
Finisterre formó parte del ciclo de acciones navales que culminaron en la gran batalla de Trafalgar.
Guerra de la Independencia: España y Portugal contra los ejércitos invasores de Napoleón.
Emancipación de la América española.
Participación en la Rebelión Cantonal.
Guerra del Pacífico.
Guerra contra los Estados Unidos y pérdida de los últimos territorios de Ultramar.