El desarrollo de las Plataformas Navales

Primeras tomas a bordo

El Arma Aérea de la Armada, como parte integral de la Marina, necesitaba plataformas a bordo de los buques para poder operar desde ellas. Con modestia de medios, pero con claridad de objetivos y con imaginación, el 8 de mayo de 1955 un Bell 47 G de la aviación naval tomó en la cubierta improvisada del buque de la Armada, el Remolcador de Rada RR 19 en la ría de Marín, Pontevedra. Era la primera toma de un helicóptero a bordo desde que el autogiro «La Cierva» lo hiciera en la cubierta del primer Dédalo en Valencia en 1934.

La creación del Grupo Aeronaval

Aunque en años posteriores se improvisarían plataformas de toma en los minadores de la clase Marte, éstas sirvieron exclusivamente para el transporte de helicópteros. Habría que esperar hasta 1967, con la incorporación a la Armada del porta-helicópteros Dédalo, para disponer de un buque capaz de operar aeronaves en la mar y en todo tiempo.

A partir de esa fecha, en otros buques de la Armada de procedencia estadounidense (destructores y buques anfibios), se adquirió la experiencia necesaria en el empleo de helicópteros y de aviones de despegue vertical Harrier AV-8S que permitió aplicar ese conocimiento aeronaval en el diseño de los nuevos buques que, construidos por la Empresa Nacional Bazán (después IZAR y más tarde NAVANTIA), la Armada requería.

Así, en 1977 se dio la orden de construcción de un Grupo Aeronaval formado por el portaaviones Príncipe de Asturias y las fragatas clase Santa María, y más tarde los buques de asalto anfibio Galicia, los patrulleros Serviola, los buques de aprovisionamiento de combate Patiño, hasta llegar a las fragatas Álvaro de Bazán, a los buques de acción marítima Meteoro y al buque de proyección estratégica Juan Carlos I.