El Harrier
La Sección Especial del Arma Aérea
El 11 de abril de 1964, el Jefe del Estado Mayor de la Armada, Almirante Meléndez, creó la Sección Especial del Arma Aérea para mostrar la inequívoca decisión de la Armada de contar con una aviación naval. Los helicópteros eran ya una realidad en la Base Naval de Rota y los primeros aviones de ala fija esperaban la autorización para iniciar sus vuelos.
Por aquel entonces, Meléndez, más dado a escribir que a hablar, le comunicó al Capitán de Fragata Suanzes: “los ingleses están probando una especie de colchón volador, que despega verticalmente del suelo, sígale usted la pista”. Se refería a las pruebas que desde 1953 se llevaban a cabo en la factoría “Rolls-Royce” en Bristol, donde un piloto sentado sobre dos turbinas unidas que proyectaban el chorro hacia abajo, ponía los cimientos de una idea que habría de convertirse en el primer avión de despegue vertical.

Los primeros AV-8S

Con la mirada puesta en el futuro, Suanzes siguió los pasos de aquella aeronave que primero fue el proyecto P1127, más tarde el prototipo Krestel y finalmente una realidad: el Harrier. Con este avión ya en vuelo, la Armada quiso comprobar la viabilidad de su empleo a bordo del portahelicópteros Dédalo. Para ello se hicieron pruebas de toma y despegue en el Golfo de León, en noviembre de 1972, con resultados satisfactorios, lo que propició la compra de los primeros aviones AV-8S en los Estados Unidos.
La llegada de los “Harrier” AV-8S en diciembre de 1976 conformó la Aviación Naval española, convirtió el porta-helicópteros Dédalo en portaaviones y consolidó la doctrina aeronaval que, en veinte años, pasó de ser una idea descrita en los manuales a una realidad en la mar.

AV-8B a bordo del Juan Carlos I.