El despertar del Arma Aérea de la Armada. El Helicóptero.

La necesidad de contar con una aviación embarcada

Las enseñanzas obtenidas por las marinas de guerra en el empleo de aeronaves en la mar durante la Segunda Guerra Mundial y la evolución de las tácticas del combate hicieron que la Armada sostuviera la necesidad de contar con una aviación embarcada.

La memoria de las posibilidades del Autogiro La Cierva, la oferta de una aeronave experimental similar, por parte de la empresa española “Interavia S.A.” y la firma de  los Acuerdos de Ayuda y Cooperación de España con los Estados Unidos de América en 1953 hicieron que la Armada vislumbrase el despertar de la aviación naval sobre el helicóptero.

Primer grupo de helicópteros de la Armada. Marín,8 de junio de 1954.


El primer curso de piloto de helicópteros para oficiales de Marina

Ese mismo año se convocó el primer curso de piloto de helicópteros para oficiales de Marina. Se designaron para ello al Capitán de Corbeta Brinquis y los Tenientes de Navío González Mosquera y Mola Mayayo y los suboficiales mecánicos Pouso, Casal y Zarrabeytia. Tras recibir los cursos correspondientes en la factoría de la “Bell Aircraft Corporation”en Fort Worth, Texas, formaron, junto con tres helicópteros Bell 47G, el núcleo de la renacida Arma Aérea de la Armada.

Capitán de corbeta don Miguel Ángel Brinquis Villanueva 


El segundo "Dédalo" 

La experiencia adquirida en el empleo del helicóptero centró la atención de la Armada sobre este tipo de aeronave. Con el apoyo del Almirante Carrero, la decisión del Ministro de Marina Salvador Moreno y el empuje del Capitán de Fragata Saturnino Suanzes se produjeron, por una parte, la incorporación progresiva de modelos más capaces y versátiles dotados de sistemas de navegación y detección especialmente diseñados para las operaciones navales y, por otra, la incorporación en 1968 del segundo Dédalo, un  portaaviones estadounidense reconvertido en portahelicópteros español.